jueves, 9 de septiembre de 2010

Momentazos Luna Nueva

—Bella, no quiero que me acompañes —pronunció las palabras de forma concisa y precisa sin apartar los ojos fríos de mi rostro, observándome mientras yo comprendía lo que me decía en realidad.

—¿Tú... no... me quieres? —

— He permitido que esto llegara demasiado lejos y lo lamento mucho.

—No —contesté con un hilo de voz; empezaba a tomar conciencia de lo que ocurría y la comprensión fluía como ácido por mis venas—. No lo hagas.

Se limitó a observarme durante un instante, pero pude ver en sus ojos que mis palabras habían ido demasiado lejos. Sin embargo, él también lo había hecho.

—No me convienes, Bella—. Yo no tenía réplica para eso. Bien sabía yo que no estaba a su altura, que no le convenía.


(Edward) Será como si nunca hubiese existido.


Oleadas de dolor se alzaron y barrieron mi mente, hundiéndome con su fuerza. Y no salí a la superficie.


El tiempo pasa incluso aunque parezca imposible, incluso a pesar de que cada movimiento de la manecilla del reloj duela como el latido de la sangre al palpitar detrás de un cardenal. El tiempo transcurre de forma desigual, con saltos extraños y treguas insoportables, pero pasar, pasa. Incluso para mí.


Le devolví la sonrisa y algo se encajó silenciosamente en su lugar con un clic, como si fueran dos piezas que se acoplan en un puzzle. Había olvidado cuánto me gustaba Jacob Black.


—Te gusto, ¿vale? ¿Más que cualquiera de los chicos que conoces? —.

—Y más que las chicas —señalé.

—Pero eso es todo —sentenció. —Sí —susurré.

Me dedicó una gran sonrisa.

—Estoy preparado para ser sorprendentemente persistente.

—No voy a cambiar.


—Quiero que sepas que siempre estaré aquí. No voy a dejarte caer, te prometo que siempre podrás contar conmigo. ¿Sabes que nunca jamás te voy a hacer daño?

—Sí, Jake. Lo sé, y ya cuento contigo, probablemente más de lo que piensas.

La sonrisa rota se extendió por su rostro como un amanecer grabado a fuego en las nubes.


Jake, por favor. Lo prometiste. ¡Te necesito!

La rotunda vacuidad de mi vida anterior —antes de que Jacob aportara un poco de cordura— se irguió para luego enfrentarse a mí. Se me hizo un nudo en la garganta de pura soledad.

—Lo siento, Bella —.


Había pensado que Jacob había sanado el agujero que había en mí, o al menos lo había sellado, de forma que no me doliera tanto. Me equivocaba. Se había limitado a excavar su propio agujero, por lo que ahora estaba carcomida, como un queso gruyer.


A pesar de su indiferencia y teniendo en cuenta las circunstancias, ¿no desearía Edward que yo fuera lo más feliz posible? ¿No le quedaría suficiente afecto como para querer esto para mí? Pensé que sería así. No, no me echaría en cara que concediera a mi amigo Jacob una pequeña parte del amor que él no quería. Después de todo, no era la misma clase de amor, en absoluto.

Pero ¿sería capaz de hacerlo? ¿Podría traicionar a mi amado ausente para salvar mi patética vida?

Las mariposas asaltaron mi estómago mientras pensaba si volvía o no el rostro.

Entonces, con la misma claridad que si me hubiera puesto en riesgo inmediato, la voz aterciopelada de Edward me susurró al oído: Sé feliz.


(Charlie) Incluso cuando está con Jacob, hay veces que veo algo en sus ojos y me pregunto si alguna vez he llegado a darme cuenta de cuánto dolor siente en realidad. No es normal, Alice y... y me asusta. No es normal en absoluto. No es como si alguien la hubiera... dejado, sino como si alguien hubiera muerto —la voz se le quebró.


No era mi Jacob, pero podía serlo. Su querido rostro era el de siempre. Yo le amaba de verdad en muchos sentidos. Era mi consuelo, mi puerto seguro, y en ese preciso momento yo podía escoger que me perteneciera.


Nunca había visto nada más bello, incluso mientras corría, jadeando y gritando, pude apreciarlo. Y los últimos siete meses desaparecieron. Incluso sus palabras en el bosque perdieron significado. Tampoco importaba si no me quería. No importaba cuánto tiempo pudiera llegar a vivir; jamás podría querer a otro.


Continuó besándome el pelo, la frente, las muñecas... pero nunca los labios y eso estuvo bien. Después de todo, ¿de cuántas maneras se puede destrozar un corazón y esperar de él que continúe latiendo?


Me miró con ojos llenos de sufrimiento y yo procuré elegir las palabras adecuadas, aquellas que le liberaran de la obligación que se había creado y que le estaba causando tanto dolor. No deseaba convertirme en una fuente de culpa y angustia en su vida. Él tenía que ser feliz, y no me importaba qué precio hubiera de pagar yo.


Bella, yo no puedo vivir en un mundo donde tú no existas.


—Soy un buen mentiroso, Bella, tuve que serlo, pero desde luego, tú tienes tu parte de culpa por haberme creído con tanta rapidez—hizo un gesto de dolor—.

Me quedé helada, y los músculos se me contrajeron como si hubiera sufrido un golpe. La línea que marcaba el agujero de mi pecho se estremeció y el dolor que me produjo me dejó sin aliento.

— Pero ¿cómo pudiste creerme? Después de las miles de veces que te dije lo mucho que te amaba, ¿cómo pudo una simple palabra romper tu fe en mí?

—Vi en tus ojos que de verdad creías que ya no te quería. La idea más absurda, más ridícula, ¡como si hubiera alguna manera de que yo pudiera existir sin necesitarte!


—Nunca ha tenido sentido que me quisieras —le expliqué, y la voz se me quebró dos veces—. Siempre lo he sabido.


—Ayer, cuando te toqué, estabas tan... vacilante, tan cautelosa. Y todo sigue igual. Necesito saber por qué. ¿Acaso ya es demasiado tarde? ¿Quizá te he hecho demasiado daño? ¿Es porque has cambiado, como yo te pedí que hicieras? Eso sería... bastante justo. Sólo dime ahora si todavía puedes quererme o no, después de todo lo que te he hecho. ¿Puedes? —murmuró.

—Lo que siento por ti no cambiará nunca. Claro que te amo y ¡no hay nada que puedas hacer contra eso!

—Es todo lo que necesitaba escuchar.

En ese momento, su boca estuvo sobre la mía y no pude evitarle.


—Bella, mi vida era como una noche sin luna antes de encontrarte, muy oscura, pero al menos había estrellas, puntos de luz y motivaciones... Y entonces tú cruzaste mi cielo como un meteoro. De pronto, se encendió todo, todo estuvo lleno de brillantez y belleza. Cuando tú te fuiste, todo se volvió negro. No había cambiado nada, pero mis ojos habían quedado cegados por la luz. Ya no podía ver las estrellas. Y nada tenía sentido.


Mi corazón no ha latido durante casi noventa años, pero esto era diferente. Era como si hubiera desaparecido, como si hubiera dejado un vacío en su lugar, como si hubiera dejado todo lo que tengo dentro aquí, contigo.


El vínculo establecido entre nosotros dos era de los que ni la ausencia ni la distancia ni el tiempo podían romper, y no importaba que él pudiera ser más especial, guapo, brillante o perfecto que yo, él estaba tan irremediablemente atado como yo, y si yo le iba a pertenecer siempre, eso significaba que él siempre iba a ser mío.


—¿En qué consiste tu epifanía...? —me preguntó con voz tensa.

—Tú me amas —dije maravillada. La sensación de convicción y certeza me invadió de nuevo.

Aunque la ansiedad continuó presente en sus ojos, la sonrisa torcida que más me gustaba se extendió por su rostro.

—Con todo mi ser.

Me quería de verdad igual que yo a él, para siempre.


(Jacob)—Lo siento —susurró él tan bajo que tuve que leerle los labios para entenderlo—. Adiós, Bella.

—Lo prometiste —le recordé con desesperación—. Prometiste que siempre seríamos amigos, ¿de acuerdo?

—Ya sabes que intenté mantener esa promesa, pero... no veo cómo va a ser posible. Te echaré de menos —articuló con los labios. Una de sus manos se alzó hacia mí con los dedos extendidos, como si deseara que fueran lo suficientemente largos para cruzar la distancia entre los dos.

—Yo también —contesté ahogada por la emoción. Mi mano también se alzó hacia la suya a través del amplio espacio.

Como si estuviéramos conectados, el eco de su dolor se retorció dentro de mí. Su dolor, mi dolor.

—Jake...


Edward me dio un apretón suave.

—Estoy aquí.

Eso era cierto. Edward estaba allí, rodeándome con sus brazos.

Podría enfrentarme a cualquier cosa mientras eso no cambiara.

1 comentarios:

Lyra dijo...

Ok, aki la dueña del blog. Siento todo lo que ha pasado sin que yo me enterara. Primero, si soy lesbiana y con pareja y soy muy feliz con mi pareja. Segundo, no estoy interesada en ligar con nadie. Yo simplemente tengo un blog y me gusta expresarme a través de él pero no pretendo conocer gente por él ni nada de eso así que, lo siento pero no me interesa y te agradecería que no trataras de picar por favor.
Un saludo

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